El cristiano crece recordando
Querido
lector,
Sé
que tú me entiendes.
Hay
veces que vemos claro el camino y todo tiene sentido, pero hay otras en donde
todo es confuso. Hay días soleados y hay días lluviosos. Hay días en que
morimos a carcajadas y hay otros en que nos desbordamos en lágrimas. Hay momentos
buenos y malos, la vida es un “ir y venir” en todos los sentidos.
Sin
embargo, debe haber algo que nos mantenga estables… algo que haga al corazón
sentirse en paz en medio de la tormenta. Algo tan grande que le conforte en los
momentos más difíciles de la vida. Debe haber algo que nos haga mantener la
esperanza en medio de la desesperación. Algo que nos mantenga firmes en medio
de la tribulación. Debe haber algo que nos dé la fortaleza para poder enfrentar
cualquier reto en la vida.
De
lo que te quiero hablar el día de hoy, mi estimado lector, es del Amor de Dios.
El
Amor de Dios como el descanso del alma. En donde “no matter what” el corazón
estará siempre a salvo.
Pero,
¿Cómo pretendo abordar la magnitud del tema en unas cuantas cuartillas?
Ayudándote a recordar.
El
cristiano crece recordando…
La
palabra recordar viene del latín recordari,
formado de -re- que significa: de nuevo y –cordis- que significa: corazón.
Recordar implica mucho más que la simple memoria, recordar es volver al
corazón.
Por
ello, en esta carta vamos a recordar.
Lo
primero que tenemos que recordar es que Dios nos creó por amor antes que por
justicia. Nosotros realmente no merecíamos nacer… Dios no estaba obligado a
crearnos. Él no nos debía nada…
Que
nos haya pensado tal cual somos es un acto de su generosidad y bondad y no de
su justicia. Toda la creación es un acto de su amor.
Por
ello, cuando tengas un mal día, recuerda que eres un pensamiento de Dios
diseñado desde la eternidad con tanto amor… con tanta delicadeza… con tanto
sentido.
En
segundo lugar, tienes que recordar que por haber sido creado por amor y no por
justicia, Dios te juzgará primero en el amor antes que en la justicia merecida.
Por
lo tanto, no importa la magnitud de tu pecado, no importa qué tan bajo hayas
caído, si al final te vuelves arrepentido al Amor de los amores.
Cuando
te das cuenta de que has pecado, al final de todo, más que romper la ley, más
que “hacer algo malo”… la verdadera falta es una falta de amor.
Sé
cómo se siente fallarle a Dios… fallarle a tus seres queridos… es un
sentimiento inexplicable, es de cierta manera una traición, una deslealtad… sientes
cómo se te aprieta el corazón, sientes que ahora sí, no hay remedio para todo
el daño que hiciste, sé que preferirías dejar de existir en ese momento y que
desearías volver el tiempo atrás. Sientes que no hay solución para reparar el
mal.
Pues
déjame decirte que cada vez que fallamos, el demonio actúa y agranda la
perspectiva de nuestro pecado, haciéndonos creer que no hay forma de
remediarlo. Nos ahoga en la desesperanza y nos quita la paz que sólo Dios nos puede
dar.
Recuerda
que todo el amor que el Señor tiene para ti es un amor gratuito e inmerecido,
así que levántate, sacúdete y vuelve al Señor tu Dios.
Otra
cosa muy importante que tienes que recordar es que Dios se muere por ti, aunque
es literal, en este momento es una expresión figurativa… Dios se derrite por
ti, se enternece al verte, y ¿Cómo no? ¡Si eres su creación! Eres reflejo de su
Amor.
Considero
que la mejor escena narrada en la Biblia y por ende, una de las mejores formas
que Dios ha permitido para que conozcamos la profundidad de su corazón se encuentra
en el libro de Oseas. En este libro, nuestro Señor nos permite conocer sus
sentimientos hacia nosotros.
Es
la historia de Oseas, un hombre que se casa con una prostituta llamada Gómer.
Después de un tiempo y tres hijos, Gómer abandona a Oseas para irse con sus
amantes.
Oseas,
destrozado, y por un momento lleno de ira, pensó en quitarle todo lo que le
había dado: “por eso retiraré mi trigo a
su tiempo, arrancaré mi lana y mi lino con lo que cubría su desnudez…
descubriré su deshonra a la vista de todos sus amantes, haré cesar su alegría…”.
Sin
embargo, a punto de volver su ira contra Gómer, la voltea a ver y muere de
ternura… se enamora de ella una vez más y dice: “Yo la voy a enamorar, la llevaré al desierto y le hablaré al corazón…
yo te desposaré para siempre, te desposaré en la justicia y el derecho, en el
amor y la misericordia, te desposaré en la fidelidad.”
“Wait,
whaaaat?” ¿Cómo? Esto sí parece una película de Hollywood, ¿Cómo que la
perdona?¿Cómo que se propone conquistarla de nuevo? ¿Cómo que renueva sus votos
matrimoniales, jurándole fidelidad y amor?
Pues
mi querido lector, en esta narración, Dios nos muestra su corazón. Nosotros
somos esa prostituta, que le ha sido infiel con otros… esa mujer que no ha
sabido valorar todo lo que su esposo le ha dado, esa mujer que lo abandonó y se
fue con sus amantes. Y Dios a punto de extender su ira hacia nosotros, nos
voltea a ver y cae rendido a nosotros. Nos dice: “Yo la voy a enamorar.”
En
lugar de tratarnos con severa justicia, nos quiere reconquistar, quiere volver
a ganarse nuestro amor. No utilizará la fuerza para que volvamos a Él,
sino que nos va a enamorar una vez más.
Dios
está tan enamorado de nosotros que lo único que puede hacer es tratar de
recuperarnos…¡Este es el amor de Dios!
Un amor
que se desborda, que lo da todo y que no pide nada que sea forzado. El Señor
muere por tu amor, por tu respuesta, pero te ama tanto que respeta tu libertad,
dejando a tu decisión la correspondencia de ese amor.
Jesús
pagó el precio de nuestra infidelidad por amor. Para ganarnos y proclamarnos
suyos, si así nosotros queremos.
El
amor “masterizado” de Dios es la misericordia. Es amarnos después de haber
caído tan bajo… su misericordia nos confiere la dignidad que de cierta forma
habíamos perdido.
El
amor de Dios nos renueva. No le pidas que te haga mejor, pídele que te haga
nuevo… “from scratch”, desde cero.
Dile
como alguna vez yo le dije: “Rompe con mi vida hazla de nuevo”.
Ese
es el verdadero amor de Dios, el amor de un enamorado, de un caballero que hace
hasta lo imposible por conquistar a su amada. Un amor que está dispuesto a todo
y que nada teme, más que a no ser correspondido, a no ser amado de regreso.
¡Necesitas
recordarlo! Necesitas recordar que segundo a segundo, hay alguien que clama por
tu alma, que encuentra mil maneras de demostrarte su amor: un amanecer… una
canción.. un abrazo…una buena noche de descanso… oportunidades únicas… pláticas
profundas… una sonrisa… un beso lleno de significado. A cada momento Dios te
grita: ¡Te amo!
Estamos
por entrar a la Semana Santa, en donde nuestro Señor nos grita “te amo” desde
lo alto de una cruz… ese “te amo” no es cualquier expresión de amor, es una
promesa que compromete su propia vida. Dios se entrega por AMOR a nosotros.
Jesús
reafirma todo su amor en esa cruz y se compromete a amarnos tan perfectamente a
pesar de nuestro pasado.
Que
nunca se te olvide todo el Amor que Dios tiene por ti.
Sábete
siempre acompañado,
Alison
González Andrade
Te
dejo el link de la bula de la misericordia, en este texto el papa aborda el
tema de la misericordia de una manera muy bonita: https://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_letters/documents/papa-francesco_bolla_20150411_misericordiae-vultus.html
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