De mochilazo al Cielo


Estimado lector, 

Necesito compartirte esto. Acabo de hacer un viaje que me cambió la vida por completo. Deseo de todo corazón vivas algo así, que te haga replantearte la vida.

Siempre había querido irme de “mochilazo” a algún lugar del mundo: meter dos pantalones, tres blusas e irme a conocer nuevos lugares, sin tanta planeación y con un poco de incertidumbre. 

Pues la oportunidad llegó cuando una amiga muy cercana, se fue a estudiar un semestre a Milán, Italia. En cuanto supimos que había sido aceptada en su universidad, empecé a buscar vuelos económicos para ir a verla en Semana Santa y Pascua.

Cabe resaltar que son las semanas más importantes para todo católico, pues sin su Pasión, Muerte y Resurrección, nada de lo demás narrado en la Biblia tendría sentido.

El viaje consistía en ir de santuario en santuario hasta culminar el Jueves Santo en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, para vivir los días más intensos de la Semana Santa en Roma, cerca del papa.


Dentro de la peregrinación rumbo al Vaticano, me pasaron cosas increíbles, en donde descubrí que verdaderamente todo está en manos de Dios.

Dentro de las aventuras que viví se encuentran: la cancelación de mi vuelo a causa de una nevada, una noche todo pagado en París debido a que la aerolínea me cambió el itinerario por tercera vez, una multa por no haber validado el boleto del tren, un tenis roto por tanto caminar, una empapada por tratar de conseguir boletos para ver al papa.

Fue un viaje que me marcó de por vida, pues me recordó nuestra peregrinación al Cielo. Ese viaje en donde muchas cosas son inciertas, ese caminar en donde a veces el cansancio nubla la vista y perdemos el rumbo de nuestra vida.

Dentro de las cosas que aprendí con este viaje, una de las más importantes es que yo elegí con quien vivir esta aventura. No me imagino haber hecho este viaje con alguien que no comparte mis más grandes ilusiones, como en este caso ir al Vaticano en Semana Santa.

En tu camino al Cielo, tú eliges con quién quieres recorrer este trayecto. La idea es que sean personas que te hagan bien, que te hagan crecer y que te quieran por quien eres, sin embargo, a veces no elegimos lo mejor para nosotros y comenzamos a complicar nuestro recorrido. Asegúrate de que tienes a tu lado, a aquellas personas con las que puedes compartir tus sueños y anhelos y que nunca tratarán de frustralos o cambiarlos.

Otra cosa fundamental que aprendí es que tenemos que planear, sin embargo, no todo… hay cosas que tienen que quedar en el suspenso y en la incertidumbre, dejando que Dios haga su trabajo.

En mi viaje, sabía a qué lugares quería ir… Quería ir a Loreto, en donde está la casa de la Virgen e imaginar cómo fue que el arcángel Gabriel se le apareció, imaginar los primeros años de Jesús, imaginarlo corriendo por la casa e imaginar la relación más tierna y llena de amor entre Él y María. También quería ir a Padua, para visitar a San Antonio y pedir por mi futuro esposo y decirle que me estaba preparando para ser una gran mujer y rogarle a Dios que me diera un hombre que me llevara siempre a Él… También quería ir a Pavía para rezar cerca de los restos de San Agustín y pedirle por aquellas personas que parece imposible su conversión. Aquellas personas que quiero tanto, pero que no encuentro la manera de hacerlos volver a casa, a la familia de nuestra Iglesia… Quería ir a Asís y frente a la tumba de San Francisco y Santa Clara, pedirles que me ayudaran a dejarlo todo para vivir para el Señor, justo como ellos lo hicieron. 

Y así, planeé visitar otros santuarios para pedir consejo, consuelo, favores, dar agradecimientos y contemplar la majestuosidad de Dios.

Sin embargo, Mariana y yo no lo teníamos planeado todo. Hubo días en donde no encontrábamos lugar para dormir, días en donde no hallábamos lugar en el cual cenar. Llegábamos a algunos lugares sin saber qué visitar… muchas cosas estuvieron fuera de nuestros control, sin embargo, el Señor todo lo tenía en orden y salió mejor de lo esperado.
De igual manera, ten un plan de vida, un plan estratégico para llegar al Cielo, pero no lo contemples todo. Deja que tus caminos cambien, que salgan y entren nuevas personas, déjate sorprender y no te aferres a nada. Ten el objetivo claro y la resiliencia necesaria para adaptarte a lo inesperado.

Otra cosa que aprendí, es que el que persevera alcanza. Y aquí quiero explicarte la palabra perseverar en nuestro idioma. Perseverar significa hacer todo lo que está en tus manos… perseverar significa renunciar a algunas cosas con tal de obtener otras de mayor importancia. Significa tener la meta tan clara que nada te hará quitar el dedo del renglón. El que persevera alcanza.

Y para poder dejar en claro este tema, te quiero mostrar una de mis historias de Instagram, en donde plasmé uno de los momentos más impresionantes del viaje.

Cuando llegué a Pavía, busqué la Basílica de San Pietro in Ciel d´ Oro, en donde están los restos de San Agustín. Estaba cerrada por lo que decidí sentarme en una banca que estaba muy cerca de la basílica. Pensé que no había diferencia si estaba adentro o afuera, al final estaba cerca de San Agustín y podía dirigirle una oración desde la banca en la que estaba. Estaba rezando cuando en mi mente apareció el siguiente pensamiento: “viniste desde México a ver a San Agustín”. Ese pensamiento me entristeció porque era cierto, había venido especialmente a Pavía a verlo. De repente, en lugar de sentirme triste, me sentí motivada a entrar a como de lugar. Por lo que te presento el Instagram story de ese día:




















¡Qué impresión! Entendí tantas cosas en ese momento. Nada es imposible para el hombre si dentro de sus limitaciones lo da todo y después se abandona en oración a lo que Dios quiera.

El Señor quería que estuviera adentro, con San Agustín. ¿Fue fácil? Pues no… tuve que buscarle por todos lados. ¿Lo logré? Sí.

Pienso que así es la santidad. Tenemos que desgastarnos, entregarnos, buscar por todos los medios posibles la manera de lograrlo.

¿Lo podemos lograr? No. Por nosotros mismo no podemos nada. Pero Dios si quiere y tanto te quiere ver en el Cielo, que pone todos lo medios para que lo logres… pero primero tienes que quererlo tú. Tienes que decidir querer ir al Cielo, tienes que estar determinado a lograrlo, tienes que desearlo con todo tu corazón y desgastarte por ello.

Es como cuando estás determinado a estudiar en “x” universidad… o a conquistar a tal persona… o a conseguir ese permiso tan difícil con tus papás. El que persevera alcanza. 

Si piensas que no tienes las suficientes ganas o que no le ves el sentido o mejor aún, si piensas que esto no es para ti porque “eres muy pecador”, pídele al Señor que encienda tu corazón, que te dé motivos para desear el Cielo. No tengas miedo a que Dios responda y actúe en tu vida, te aseguro que es lo mejor que te puede pasar… a mí me pasó y no sé qué sería de mi vida sin ese momento.  

Te invito a que planees el viaje de tu vida. Haz una lista de las cosas que quieres lograr y otra de las personas con las que quieres recorrer este trayecto. Agarra tu mochila y conquista el mundo, pero siempre teniendo en claro tu principal objetivo en la vida: la santidad.

Sábete siempre acompañado,

Alison González Andrade

Comentarios

  1. Me conmueve tu historia porque te conocí antes de que amaras así a Nuestro Señor.
    Que hermosa conversión igual a San Agustín . Te quiero y te pido para que me tengas en tus oraciones frescas jóvenes y llenas de fe y entusiasmo.

    ResponderBorrar
  2. Muchas gracias Lu! Claro que te tengo en mis oraciones.

    ResponderBorrar
  3. Que hermosa historia... Fue gracias a Dios que la lei, y aunque no se como llegue alli... te aseguro que me recordo el verdadero significado de perseverar y no esperar que todo me caiga dell cielo

    ResponderBorrar
  4. Gracias por compartir tu historia me motivas a seguir a lado de mi señor

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Hechos para más

Respuesta a 5 polémicas planteadas en el video: “Dios no existe” de Dama G