Verdaderamente católico
Estimado lector,
No sabes cuánto he aprendido a lo largo de los años, lo
que significa ser católica. Van 9 años desde mi conversión en donde a través
del ejemplo de las personas, he aprendido cómo se vive en Cristo, por Cristo y
para Cristo.
Hay muchos estilos, diversas formas de vida… hay quienes
siguen las enseñanzas de San Benito y tienen prácticas muy puntuales en su día
a día como el famoso “ora et labora”.
Hay quienes han encontrado su forma de vivir el
cristianismo por medio de las famosas misiones en Semana Santa, hay quienes
rezan el rosario diario, hay quienes van a misa entre semana…
En fin, hay tal variedad de opciones en nuestro camino de
santidad que podríamos decir que cada camino es único y totalmente válido si se
apega a las enseñanzas de la Iglesia y a los mandamientos que Cristo ha
plenificado con su venida a la tierra.
Durante estos 9 años he aprendido cuestiones básicas del
catolicismo como lo son: persignarme por las mañanas, a dar gracias por los
alimentos recibidos, incluso, he aprendido el significado de la misa y a
valorar cada parte de ella, a rezar el rosario, a visitar al Santísimo, etc.
He leído muchos libros con múltiples enseñanzas y no
sabes cuánto me ha servido para conocer mejor a Cristo. Sin embargo, me he dado
cuenta que no soy una católica practicante… ¡Qué fuerte! Déjame explicarme
mejor.
Por mucho tiempo me he dedicado a conocer mejor a Cristo,
es decir, a saber más sobre Él, a comprender por medio de la razón mi fe, a
saber por qué creo lo que creo, a sorprenderme con reflexiones teológicas.
Más, me ha costado mucho trabajo llevar todo este
conocimiento a la práctica (de ahí que digo que no soy una católica
practicante), me ha costado llevar a Cristo a las calles.
No me había dado cuenta de que había perdido el enfoque…
Me ha faltado coraje para actuar en el momento preciso. De cierta forma me
acostumbré a ver gente pidiendo dinero en el metro, me acostumbré a ver
discusiones familiares y no hacer nada, me acostumbré a la realidad y a
aceptarla tal como está.
Me he limitado a rezar, pues para mí se ha convertido en
mi zona de confort, en donde me he dado por bien servida.
Te escribo esto, un poco avergonzada, pero con el ánimo
de mejorar mi situación.
Quizás te pueda estar sucediendo lo mismo, yo lo descubrí
cuando leía la exhortación apostólica de su Santidad el papa Francisco: Gaudete
et exultate, en donde dice (107):
“Quien quiera de verdad dar gloria a Dios con
su vida, quien realmente anhele santificarse para que su existencia glorifique
al Santo, está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir
las obras de misericordia.”
Hay tantas cosas que pude haber hecho para mejorar “equis”
situación y no lo hice por falta de coraje, de amor.
Desde lavar los platos sin que nadie me lo pidiera,
hacerle la plática a mi abuelo aunque repita lo mismo varias veces, ayudar a
una amiga en aprietos, dejar de lado Instagram y demás redes sociales en media
comida familiar; hasta atreverme a platicar con aquella persona extraña que te
encuentras en el baño y que tiene unas cuantas lágrimas en el rostro, desearle
un buen día a esa persona indigente en la calle en lugar de ignorarla, hacerme
el propósito de visitar constantemente un asilo.
He llevado a Cristo en mi corazón, pero muchas veces lo
he guardado para mí misma. Es momento de compartirlo, de llevar a Cristo a cada
rincón del mundo. Es momento de salir de nuestra comodidad para entregarnos al
otro.
Quiero compartirte algo muy interesante que leí en el
libro: “The four signs of a dynamic catholic” de Matthew Kelly.
En este libro, el autor hizo un estudio sobre los
católicos en EUA y descubrió que aquellos que tienen una muy buena
espiritualidad tienen 4 aspectos en común:
1- Oración
constante
2- Estudio
3- Generosidad
4- Evangelización
En pocas palabras, un católico auténtico hace
constantemente oración… a su forma, pero constante. Ya sea que rece el rosario,
ya sea que medite la lectio divina o que visite al Santísimo unos minutos al
día, esté de buenas o de malas, ocupado o libre, siempre hace oración.
De igual manera, este católico que describe Kelly, tiene
constantes vías de estudio sobre Dios y la Iglesia, es esa persona que tiene
siempre ganas de aprender, que parece que está sediento de Dios y que busca
nuevas formas de conocerlo mejor.
Por otro lado, este mismo católico, es sumamente generoso.
No solamente porque da limosna en misa, sino porque es generoso con su familia,
amigos e incluso extraños; es aquel que da su tiempo, esfuerzo y alegría en
aquellos lugares en donde tanta falta hace.
Y por último, este cristiano con gran espiritualidad,
evangeliza. Se entrega a los demás, encuentra esos espacios para compartir la
gran noticia de que la santidad es gratuita y para todos. Encuentra formas de
hacer el bien y hace frente a lo que venga.
Yo descubrí que me hace falta hacer más apostolado, me
hace falta mostrar a Cristo al mundo. Necesito pasar más tiempo con mi familia
y transmitirles aquello que ha cambiado mi vida por completo. Sin embargo, puede
que a ti te haga falta ser más generoso, hacer más oración o conocer mejor a
Dios.
Te invito a que frente al Santísimo hagas una
introspección y descubras qué es aquello en lo que estás fallando. Cuéntale a
Jesús cómo es que te has acobardado, que no has dado el ancho y que a veces
sientes que “esto es mucho y muy pesado”.
Pídele perdón y la fuerza que necesitas para levantarse y
volver a intentarlo.
Haz un plan con estrategias para mejorar. Revisa en qué
situaciones sueles caer e idea acciones para hacer frente a las futuras
circunstancias que se te presenten. Y sobre todo, nunca dejes de hacer el bien.
Cuando sea una opción, tómalo como una responsabilidad. Y cuando no haya
opción, realiza en bien cabalmente.
Sábete siempre acompañado,
Alison González Andrade
Hermoso comparto opinion de lo leído...saludos
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